Hace 2 años, cuando tan solo llevábamos medio año contando nuestras sensaciones al volante de los coches de prensa que nos dejaban, Mazda nos apoyó dejándonos un CX-5 2.0 SKYACTIV-G con 165 CV, tracción delantera y cambio manual.
A finales del año pasado, fuisteis varios de vosotros los que me preguntasteis si merecía la pena gastarse de más los 3.500 € de diferencia (6.300 € si lo comparamos con el manual) que hay entre el 2.0 SKYACTIV-G con 165 CV sin desconexión de cilindros y el 2.5 SKYACTIV-G con 194 CV con desconexión de cilindros. Ambos con cambio automático y tracción delantera.
Es por ello, que tras recibir esa pregunta, decidimos pedirle a la marca un Mazda CX-5 con desconexión de cilindros para poder compararlo con el que ya habíamos probado. Pero antes de proseguir, voy a comentarte que motores están disponibles actualmente.
Sin diésel, ni híbridos, solo gasolina
Así es, la marca japonesa tomó la decisión para los Mazda CX-5 de no venderlos con motores diésel, ni híbridos, ni híbridos enchufables y ni siquiera micro-híbridos como si hay en el Mazda3 o en el Mazda CX-30. Si no que actualmente, solamente se puede configurar el CX-5 con dos motores de gasolina.
Se tratan del 2.0 SKYACTIV-G con 165 CV y del 2.5 SKYACTIV-G con 194 CV. ¡Advertencia! Si queréis configurarlo con el cambio manual, has de saber que solo se puede configurar con el motor de 165 CV. Sin embargo, si lo queréis con tracción total, solo se puede configurar con el motor de 194 CV y cambio automático. Pulsa aquí para acceder al configurador de Mazda y poder configurar el CX-5 a tu medida.
El CX-5 con desconexión de cilindros gasta más
Seguramente tras leer este titular te estés preguntando: ¿como es posible que gaste más si en determinadas ocasiones solo funcionan dos de los cuatro cilindros? Para contestar a esta pregunta vamos a empezar por comparar el coche que nos dejaron hace dos años con el Mazda CX-5 con desconexión de cilindros que nos acaban de dejar.
La unidad que nos dejaron hace dos años era el 165 CV con cambio manual y tracción delantera (la más básica) y esa combinación gastaba de media unos 6 litros en autovía, 8 litros en ciudad, 6,7 litros en carreteras viradas y un mixto de 6,4 l/100 km.
Sin embargo el Mazda CX-5 con desconexión de cilindros que nos han dejado ahora es tracción delantera como el otro, pero este es automático, tiene 29 caballos más de potencia y medio litro más de cilindrada y por tanto, gasta más y vale más. ¿Pero cuánto más?
Durante la semana que he tenido el CX-5 con desconexión de cilindros he podido hacer varias pruebas de consumo y el resultado ha sido este: 9,4 litros en ciudad, 7,7 litros en autopista y 8 litros en carreteras viradas. El consumo medio a la hora de devolver el coche estaba en los 7,4 l/100 km. Ahora, prepárate porque entre ambas motorizaciones hay 6.300 € de diferencia.
¿Y entre ambos motores pero con cambio automático los dos?
Si lo comparamos ambos motores con caja automática y tracción delantera nos encontramos con que su consumo se asemeja bastante (al menos al homologado). Te cuento esto porque no hemos podido probar el 165 CV con la caja automática, pero si el resto de la gama ha dado valores muy cercanos al consumo homologado y con este nos ceñimos a las mismas pautas, la diferencia en consumo es de apenas 0,3 l/100 km a favor del motor 2.0 SKYACTIV-G de 165 CV.
Si te has decidido si o si por el cambio automático, has de saber que este puede ir equipado a ambos motores (en el de 165 CV en opción y en el de 194 CV es de serie) y por tanto, la diferencia entre ambos motores con cambio automático y tracción delantera es de 3.500 €. Si lo quieres 4×4, la diferencia pasa a ser de 8.600 € con el automático de 165 CV de potencia.
Entonces… ¿Con cuál me quedo?
A ver, dejando a un lado lo personal y que ya de por sí el coche es una pasada, tanto a nivel de confort como de insonorización o a nivel de equipamiento me centraría mucho más en la diferencia de precio que en el resto de factores, ya que esos 29 CV de más apenas los noté.
Ambos coches empujaban con bastante contundencia, aunque eso sí, el medio litro de cilindrada se notaba algo más a la hora de afrontar un repecho durante un periodo de tiempo largo, pero vamos, nada preocupante.
Ahora, si vas a usar el coche para circular constantemente por ciudad y los fines de semana te vas a ir por ahí con la familia y no te gusta el estar en un atasco cambiando de marcha constantemente, me iría a por el 2.0 SKYACTIV-G automático de cabeza, sobre todo porque la caja automática es muy suave y apenas te vas a enterar de que ha cambiado de marcha.
Si estás en la misma situación que la anterior pero te gusta usar las marchas (sabiendo que el cambio manual de Mazda es una auténtica pasada) y no te importa estar todo el rato cambiando, quédate con el manual y te ahorras un montón de dinero y encima gastas algo menos.
Si necesitas la tracción permanente porque te gusta o porque vives en una zona donde es imprescindible o porque tienes que arrastrar peso, pues no te queda otra que pagar ese pastizal (11.400 € de diferencia con el motor básico), pero si no, no merece la pena pagar esa diferencia entre el motor de 165 CV y el de 194 CV con desconexión de cilindros ya que este último vale bastante más y gasta algo más, por tanto, no recuperas la inversión. Y además, la diferencia de potencia en un uso normal no se nota para nada.
Si tuviera que quedarme con uno, me quedaría con el 165 CV automático ya que al vivir en el centro de Madrid, el cambio manual pasa a ser un engorro importante y a la hora de viajar es super cómodo. Para pasártelo bien en una carretera virada, siempre te quedará el modo manual de la palanca de cambios.